lunes, 24 de agosto de 2009

LA PAZ DE LA GUERRA



Supuestamente,

la vida había empezado a calendar,

como tasita de café tibiecito,

como jicarita de pinol;

nos dijeron que la guerra fría había terminado.


Entonces nos sentimos con derecho

a reunirnos en torno al hogar,

de poner en un yagualito

de pengas de guineo

un huevito tibio

y todos picar

con la miga de tortilla,

picar,

comer,

dialogar.


Y el fuego nos dio calor,

y la charla se fue animando

un día, entre los charrudos,

surgió uno un poco más audaz,

vio que las podía,

dijo,

elíjanme.


Lo elegimos

y él, más aprendiendo que sabiendo,

animó la plática en torno al fuego.

Y nos fuimos vivificando,

a pesar de que en las cenizas

algunos carbones ronroneaban una helazón de muerte.


Y como los indios somos brutos,

no le paramos bola,

seguimos hablando animados;

dijimos:

podemos ser mejores,

podemos estar mejor,

podemos mejorarlo todo,

y viendo que aquella paz,

aquel diálogo,

aquel poder platicar,

conversar,

que sentimos que era un dividendo que nos debía la vida,

la capacidad de estar juntos,

de creer en nosotros.


Y le pusimos nombre:

Poder Ciudadano.

Y sentimos que el charrudo,

El presidente,

era, es, será

siempre un compañero,

él con su sombrero,

con su sonrisa,

con su mano franca

y su voz de caramelo de pueblo.


Siempre pacífico, leal,

nunca violento pero activo.

Y quisimos saber si había ciudadanía,

si éramos gente,

si teníamos palabra.


Y quisimos ver quienes decíamos sí

y quienes decían no.


Como niños,

como jugadores de potra en el barrio,

como organizadores de un parque de juegos tradicionales,

como pinche gente de pueblo;

nos propsimos:

vamos a hacer una consulta,

empecemos por hacer una encuesta.


Entonces la helazón entre la cenizas

ronroneo más fuerte,

como terremoto,

pero creímos que Dios es tan bueno

y que reina en el corazón de todos.


Y se iba a poder.

Y seguimos con la fiesta.

MEL, MEL, MEL

decíamos,

para darnos fuerza.


Y él

que por muchos era tenido por tonto,

pudo guiarnos,

como iluminado por la brisa

de aquel ánimo,

de aquel diálogo,

de estar todos juntos soñando en un hogar para todos,

a manera de patria mejor compartida,

sino igual,

más agradable.


Pero lo agradable para la mayoría,

no es agradable para todos,

y en eso fuimos babosos,

así es como,

ahora estamos maniatados,

de manos,

pies,

boca y rodillas,

como iguanas

listas para el matadero.


Pero nos dicen,

que esto es mejor,

que se llama democracia.


Candelario Reyes García

Poeta

Seguido de cerca,

Cercado, día 11 del golpe

No hay comentarios:

Publicar un comentario